Nos enamoramos del villano porque nos refleja

No todos los monstruos nacen… algunos se construyen con cada herida que el amor dejó atrás.

REFLEXION

11/3/20252 min read

Hay algo profundamente humano en esa atracción imposible que sentimos por los villanos. No hablo del típico antagonista cruel y vacío, sino de ese personaje que, entre las sombras, muestra grietas de humanidad. Ese que no pide perdón por lo que es, pero que, a su manera, también sufre, ama y destruye con la misma intensidad con la que nosotros intentamos sobrevivir al mundo.

Nos enamoramos del villano porque nos refleja. Porque en su oscuridad vemos la nuestra. Porque detrás de su mirada fría y su corazón endurecido por la vida hay fragmentos de lo que somos cuando el amor nos duele, cuando el mundo nos rompe, cuando la bondad deja de ser suficiente.

El espejo que evitamos mirar

El villano representa todo aquello que la sociedad nos enseña a reprimir: el deseo, la rabia, el control, la vulnerabilidad que se disfraza de arrogancia. Es la versión más honesta de lo que sentimos cuando no queremos ser los buenos de la historia.

Amamos a los villanos porque son transparentes en su contradicción. No esconden sus heridas ni su egoísmo; actúan desde el dolor, y aunque sepamos que están mal, entendemos de dónde nace cada herida. Su historia se siente más real que la del héroe perfecto que nunca duda, nunca teme, nunca se rompe.

Quizá por eso, cuando leemos a un Dylan, a un Christian, a un Demyan o a un personaje como Kaz Brekker o Rhysand, algo dentro de nosotros se remueve. No los justificamos, pero los comprendemos… y eso es lo peligroso y lo hermoso a la vez.

Amamos su caos porque entendemos el nuestro

El villano no es solo el antagonista: es el reflejo de lo que reprimimos. Representa el deseo de libertad, de poder ser sin pedir disculpas, de amar sin miedo. En su caos reconocemos el eco de nuestras propias contradicciones.

Cuando nos enamoramos del villano, no nos enamoramos de su crueldad, sino de su verdad. De su capacidad de sentir incluso cuando todo en él debería estar muerto. De su lucha constante entre el amor y el control, entre el instinto y la redención.

Nos atrae porque intuimos que detrás de esa frialdad hay alguien que solo quiere que lo vean, que lo elijan, que lo comprendan. Y en el fondo, ¿no es eso lo que todos queremos?

Al final, no amamos al villano… nos amamos a través de él

Tal vez lo que realmente sucede es que el villano nos da permiso para amarnos incluso en nuestras partes más oscuras. Para entender que no todo lo roto está destinado a ser destruido, que el amor —por más imperfecto que sea— también puede existir en medio del caos.

Nos enamoramos del villano porque nos refleja, sí. Pero también porque, de alguna forma, nos recuerda que incluso en la oscuridad más profunda, hay algo de nosotros que todavía brilla.